No cabe duda de que estamos viviendo tiempos de gran incertidumbre, y enfrentando importantes desafíos como industria: un proceso de nueva constitución con resultados inciertos que seguirán afectando las decisiones de inversión. El avance en el mundo de enfermedades que afectan la producción animal y que podrían poner en riesgo nuestra producción y las exportaciones. El aumento en los costos de nuestros principales insumos de producción que ya han significado el cierre de varias granjas de producción. Enormes desafíos logísticos que están retrasando no solo la llegada de los granos para alimentar a nuestros animales, sino que alargan los tiempos de entrega de nuestros productos e incurrir en mayores costos logísticos. También enfrentamos incertidumbre respecto a los nuevos acuerdos comerciales que son fundamentales para mantener la competitividad de nuestra industria. El proyecto de ley de reducción de la jornada laboral a 40 horas que pareciera no entender que en la agricultura sí se trabaja 24/7.
En fin, podría seguir nombrando otras amenazas y desafíos que hoy enfrentamos, pero creo invisibilizaría los grandes avances que como industria hemos logrado en los últimos años.
Es que a pesar de no ser un país con grandes superficies que permitan la producción de granos, -insumo fundamental para la producción de aves y cerdos-, y a pesar de contar con una serie de Acuerdos de Libre Comercio que permiten el ingreso de carne desde Argentina, Brasil y Estados Unidos, los productores de aves y cerdos de Chile hemos logrado desarrollar una industria de clase mundial que hoy permite asegurar el abastecimiento de proteína animal natural a los 19 millones de chilenos, y además llegar con nuestros productos a más de 40 países en el mundo.
Pero además, somos una industria que ha reconocido que la producción agrícola debe ser sostenible y desarrollarse apuntando a lograr los más altos estándares de producción. Es así que como industria, en conjunto con el sector lácteo, hemos sido los impulsores de la iniciativa “Chile Origen Consciente” del Ministerio de Agricultura que busca estandarizar los procesos productivos de manera de, primero medir, luego comparar, para finalmente implementar mejoras en los distintos aspectos relacionados con el desarrollo de la actividad y que hoy son fundamentales para su desarrollo futuro: el cuidado del medio ambiente, la relación con las comunidades y los trabajadores, y el desarrollo de procesos y productos de la más alta calidad.
Hemos sido pioneros en impulsar el uso adecuado de antibióticos en la producción animal. De la mano del SAG, fuimos los primeros en adherirnos a su programa de “Uso prudente” y como industria llevamos más de 5 años monitoreando el uso de antibióticos en nuestros animales. En esta misma línea, somos uno de los primeros países en impulsar un estudio de resistencia de antibióticos en nuestro sector posicionándonos a nivel internacional como uno de los países que más ha avanzado en esta línea.
Hemos impulsado el fortalecimiento del control sanitario en nuestras fronteras y así evitar el ingreso de enfermedades a nuestro país. El permanente trabajo de coordinación con el Servicio Agrícola y Ganadero, el apoyo en el control de ingreso de alimentos en las fronteras del norte de Chile, la donación de perros para apoyar la brigada canina y la donación de equipos para los laboratorios de detección de enfermedades, son ejemplos de este permanente compromiso de la industria con el cuidado de nuestro patrimonio sanitario.
Si bien siempre hemos destacado que nuestra aislación geográfica y los Acuerdos de Libre Comercio han sido los pilares para el desarrollo de nuestra industria exportadora, también es cierto que ha habido un elemento fundamental que explica gran parte del éxito alcanzado: una vocación hacia la eficiencia productiva.
La eficiencia, traducida en el uso óptimo de los recursos, mejora nuestra competitividad y nos permite competir de igual a igual con los mayores productores a nivel mundial. Pero no solo eso, la eficiencia es también el pilar fundamental en donde se basa la sustentabilidad de nuestra industria: mientras más eficiente seamos en el uso de recursos, estaremos cuidando mejor el medio ambiente.
La eficiencia se puede ver en toda la cadena de valor: desde la óptima elaboración de las dietas de los animales, hasta la incorporación de mejores prácticas en nuestras granjas, que han permitido mejorar los factores de conversión y así ahorrar grandes cantidades de grano (¡¡y de agua!!) en la crianza de nuestros animales. Al mismo tiempo, mejores manejos en las granjas generan animales más sanos que requieren menos antibióticos y menos recursos. El tratamiento de purines y aguas han permitido hoy reutilizar gran parte del agua de nuestros procesos y a su vez entregar fertilizantes naturales que benefician tanto a las empresas como a las comunidades vecinas, evitando así, el uso de fertilizantes químicos y fomentando una agricultura circular. En las plantas de faena, en el transporte, en nuestros envases, en fin…. hemos logrado ser cada vez más eficientes en cada etapa de nuestra producción.
Hoy estamos concentrados en lograr aún mayores niveles de eficiencia en el uso del agua en nuestros procesos productivos. Si bien el sector pecuario consume apenas el 0,7% del agua utilizada por la agricultura, todavía podemos hacer un esfuerzo adicional para mejorar nuestros indicadores.
La población mundial seguirá creciendo, al igual que la demanda por proteína, por lo que en los próximos años seguiremos enfrentando una demanda creciente por nuestros productos. En la medida que sigamos avanzando en lograr una producción cada vez más sustentable, los buenos resultados llegarán y podremos como industria seguir aportando al desarrollo de Chile y de su gente.
Juan Carlos Domínguez C.
Presidente Ejecutivo
Asociación de Exportadores de Carne de Chile
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