Las exportaciones subieron 29% en 2015, alcanzando los US$ 82 millones. La menor oferta local disparó los precios de los porcinos en la potencia oriental. En la industria creen que se trata de un cambio estructural, similar al que vivieron las cerezas, que reorientará a todos los procesadores hacia China. Una empresa, Agrosuper, estima que en dos años más debería llegar a US$ 150 millones en envíos a ese mercado.
Fuente: Revista del Campo
El ejecutivo de la procesadora de cerdos de Talca afirma que el año pasado China era el tercer destino para su empresa. Este año va a terminar como el primero. Una buena noticia para la economía local, pues la empresa tiene 500 trabajadores.
El desempeño de Coexca va en línea con el resto del sector porcino. En una fecha tan cerca como 2010 las exportaciones a China no existían. Sin embargo, cinco años después ya sumaban US$ 82 millones.
Y la sensación general es que es solo el comienzo.
-Desde 2014 se ha visto una reducción en la producción y, por lo tanto, en la oferta de cerdo en un país que consume la mitad de lo que se genera a nivel mundial. Bajo este escenario, y con una población que sigue demandando este producto, han aumentado los precios de los diferentes cortes de cerdo- afirma John Luer, gerente de Ventas Internacionales de Agrosuper.
Diez años de trabajo
Si bien no es raro que un país crezca súbitamente en algún envío agrícola chileno, para luego llegar a una «meseta», en que se estabilizada la demanda, Guillermo García cree el empuje oriental llegó para quedarse por muchos años.
-China representa un cambio estructural para la industria del cerdo chilena, hay una demanda insatisfecha enorme en ese mercado- argumenta García.
La mirada optimista es el resultado de cambios demográficos, económicos y productivos en el gigante asiático, sumado a un trabajo de casi de una década de la industria chilena.
El tratado de libre comercio bilateral firmado en 2006 dejó en una posición expectante a los productores de cerdo: un arancel de 0%. Sin embargo, fue como ver una jugosa chuleta detrás de la vitrina y no poder enterrarle tenedor ni cuchillo. Antes de enviar el primer contenedor, las autoridades sanitarias orientales debían aprobar las plantas faenadoras y el sistema de certificación chileno.
A pesar de ser un mercado con un nivel de ingresos inferior a los de un país desarrollado, el ingreso de carne de cerdo tiene cortapisas relativamente altas en China. De hecho, son pocas las plantas faenadoras de Estados Unidos y Brasil, los principales exportadores de cerdo, que pueden realizar envíos a ese país. Por ejemplo, una de las principales trabas es la prohibición de uso de ractopamina, un aditivo alimenticio prohibido en China que se usa para promover el crecimiento muscular y que es usado en Estados Unidos y Brasil.
-Desde 2006 a 2011 trabajamos arduamente junto al Minagri y el SAG hasta lograr la habilitación, recuerda Juan Miguel Ovalle, presidente de la Asociación de Productores de Cerdo, Asprocer.
La apertura del mercado fue una buena noticia, pero no para volverse locos. En 2011 se exportaron US$ 9 millones. Al año siguiente remontó a US$ 28 millones, sin embargo, representó poco más del 5% de las exportaciones de cerdo de 2012.
Además, buena parte de los containeres llevaban los productos más baratos, como patas u orejas. Los cortes con carne, que son los más caros, se iban a mercados de mejores ingresos como Japón y Corea del Sur.
Sin embargo, no pasaría mucho para que China cambiara las reglas del juego porcino.
Freno a la producción local
Hay países en que el cerdo ha entrado muy fuerte en la dieta de sus ciudadanos. Por ejemplo, en Chile el consumo ya va en los 17,5 kilos por persona. En otros, como Estados Unidos, la tierra del bacon, los consumidores adoran los cerdos y llegan a dar cuenta de 22,7 kilos per cápita. Todos los países, sin embargo, palidecen frente a China, allí cada persona consume un promedio de 31,6 kilos al año.
Grosso modo ese país se hace cargo anualmente de la mitad de la producción mundial de carne porcina.
La cultura culinaria asiática en torno al cerdo es antigua y muy extendida en términos geográficos. Los campesinos acostumbraban a tener unos pocos en su patio como fuente de proteínas. La historia de autoconsumo funcionó relativamente bien hasta hace un par de décadas. La violenta modernización económica significó que muchos agricultores se movieran a las ciudades en busca de trabajos mejor remunerados. La suma de cientos de millones de personas abandonando la producción rural porcina, junto con el aumento de la demanda en las ciudades presionó la cadena productiva.
La respuesta ha sido mixta. Surgieron procesadores de escala industrial que han mejorado la eficiencia y sanidad de la oferta local. Sin embargo, es un trabajo en progreso, pues hasta ahora los diez mayores procesadores solo dan cuenta del 5% de la producción china.
Además, las autoridades locales, tal como en los países más desarrollados, han puesto cortapisas al crecimiento de los planteles industriales por su impacto ambiental. El resultado es una oferta estancada o decreciente de carne porcina.
La preocupación oriental es tal, que en 2014 WH Group, un holding alimentario chino, decidió pagar US$ 7,1 mil millones para hacerse con el control de Smithfield Foods, el mayor productor de cerdos de Estados Unidos. La compra es la inversión internacional más grande realizada por una empresa china. De paso les permitió a los orientales controlar 1 de cada 4 cerdos que se procesan en EE.UU.
En todo caso, eso no ha aplacado la presión al alza de la carne porcina en China: el año pasado subió poco más del 30%. El gobierno de ese país estima que un cuarto de la inflación de 2015 se debió solo a los cerdos. En mayo de este año, las autoridades de Beijing decidieron usar sus reservas estratégicas de comida y liberaron 3 millones de kilos de productos porcinos para contener los precios.
Impacto en Chile
El alza de los precios en la potencia oriental se sintió en Chile. La demanda por cortes más caros hizo que la producción que iba a otros mercados comenzara a redirigirse al gigante asiático.
-China ha ampliando sus importaciones a productos de mayor valor como piernas y paletas, que antes no formaban parte de su gama de productos. Hoy el 54% de las importaciones son esos cortes, a diferencia de hace 5 años que el porcentaje era solo de 22%. Esta es una enorme oportunidad para Chile, reconoce Ovalle.
De hecho, en 2015 las exportaciones a ese país crecieron 29% en valor, llegando a los mencionados US$ 82 millones. Lo que viene debería ser aun mejor. En los siete primeros meses de 2016 los envíos a ese país ya sumaban US$ 68 millones.
Aunque la evolución ha sido rápida, las empresas chilenas han identificado patrones de compra distintos dependiendo de la zona de China. En el sur la mayor demanda va para productos como cabezas, patas, manos y huesos, mientras que en el norte son cortes como piernas, paletas y cerdo compensado. En la zona centro, específicamente Shanghái, se da un creciente consumo de productos con mayor grado de elaboración.
Las expectativas son altas para los próximos años.
-La distribución propia y el contar con las licencias de importación, nos permitirá crecer con empaques con nuestra marca en los canales que han evidenciado un mayor crecimiento este último tiempo, como son las ventas online y por cajas en el food service y retail. Así, buscamos alcanzar ventas por sobre los US$ 150 millones anuales de aquí a dos años-, afirma John Luer.
En tanto, Guillermo García proyecta un muy buen horizonte de largo plazo.
-Como país podríamos exportar el triple a China y no afectaríamos los precios. A diferencia de otros rubros agrícolas, nuestro principal desafío no es encontrar compradores, sino cómo producir más, afirma el ejecutivo talquino.
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